jueves, 30 de marzo de 2017

Cuando el cansancio se convierte en desesperación


Cuantas veces nos sentimos cansados, no físicamente, sino cansados de verdad, nos sentamos en una esquina y miramos al infinito, o la punta de nuestros zapatos. Es en ese momento en el que nuestro ser se hunde en lo más profundo del abismo, y cada respiración es un esfuerzo por el que luchar. Ese momento en el cual cerramos los ojos y queremos que todo pase, que todo desaparezca. Todo parece ser tan pesado, tan grande, que nos sentimos abrumados frente a todo cuanto nos rodea, toda situación se nos escapa de las manos.

Cuando el silencio se hace una necesidad y todo ruido a nuestro alrededor se convierte en un lejano murmullo, cuando cada imagen que nos rodea parece borrosa y lejana. La presencia de nuestro ser se pierde entre pensamientos y silencio, todo se ralentiza, nada tiene importancia, nada tiene valor. Cuando todo lo que nos rodea es efímero como el viento, que pasa acariciando nuestro rostro y continua su camino hacía la existencia. Todo pierde el sentido, aunque más bien sería que dejamos de sentirlo, dejamos de estar, de ver, de oler... dejamos que ese silencio aterrador se apodere de nosotros y todo cae en una profunda sensación de abismo, de oscuridad.

Es entonces cuando nos sentamos, cerramos los ojos y respiramos, solo respiramos, una respiración tras otra, tomar aire y echar el aire, sentir como con cada bocanada de aire que entra en nuestro cuerpo éste se hincha y se llena de aire, de energía, de paz. Solo debemos centrarnos en llevar esa atención a la respiración, nada  más, olvidando cualquier pensamiento, cualquier idea, cualquier emoción, solo respirando, centrando toda nuestra atención en la respiración, gozando cada inhalación, cada pedazo de vida que entra en nuestro interior.

Poco a poco desde nuestro interior comenzará a aflorar una luz, nuestra luz, que hará que nuestra oscuridad vaya desapareciendo, que comencemos a recorrer el camino inverso de nuestra inmersión en el abismo de la desesperación. Sentir como todo nuestro ser flota, asciende entre los recuerdos y pensamientos, hacía un estado de paz y serenidad. Ahora todo importa, todo a nuestro alrededor esta vivo, cada sonido, cada olor, cada imagen se magnifica en nuestra mente y en nuestro interior haciendo que todo recobre el sentido, todo brille con luz propia, todo este lleno de esa energía de unidad de la cual nos habíamos desprendido.

Solo respira y abre los ojos a todo cuanto te rodea, a todo de cual formas parte, de la propia vida y siéntete bendecido por esa armoniosa luz que surge del interior de cada forma, cada ser, que nos envuelve.

Respira y solo vuelve a respirar.