jueves, 13 de agosto de 2015

On/Off

Qué sucede cuando nuestro ser se desconecta de la vida, del universo, cuando dejamos de estar en sintonía con todo cuanto nos rodea, y todo parece extraño, todo produce miedo y toda la información que llega a nosotros se transforma en dolor y sufrimiento. La vida pierde su brillo, los olores pierden su pureza y los sonidos se vuelven sordos y lejanos. Nuestro ser se oculta tras un manto gris de nubes tormentosas, llenas de tristeza y rabia.

Es momento de sentarse y respirar, pero cuanto más sientes la necesidad de descansar menos ves ese maravilloso asiento, confortable y lleno de amor que es la vida, y que nos espera con los brazos abiertos, sin rencor, sin juicios, sin preguntas, a que nos dejemos caer sobre el, con los ojos cerrados y llenos de confianza por aquello que nos espera y la propia vida nos da. Es ese momento en el que cuesta ver que todo esta donde debe estar, que la vida es maravillosa por el simple hecho de ser y estar ahí, que tan solo debemos respirar a enormes bocanadas el aire que nos rodea y nos hace estar dentro de esa vida que nos rodea y nos espera con sus brazos amorosos, cual madre esperando a su hijo a la salida del colegio, solo esperando a abrazarle y preguntarle si se lo ha pasado bien hoy.

Que más importante hay que respirar. En esos momentos es cuando más debemos sentarnos y dejarnos llevar por la vida, dejarnos inundar por su energía, por su cariño y confiar plenamente que todo cuando nos da es aquello que necesitamos para que nuestra vida sea nuestra vida, y la de nadie más. Es el momento en el que debemos rendirnos ante la vida y dejarnos querer por ella.

Es entonces cuando todo vuelve a encajar. Todo vuelve a estar en su sitio y nuestro entorno vuelve a brillar, vuelve a oler, vuelve a radiar belleza a cada instante, en cada rincón, y nos volvemos a sentir conectados con todo cuanto nos rodea. Nos sentimos unidos a cada ser, a cada objeto que se encuentra a nuestro alrededor y vemos esos minúsculos hilos de unión entre todo, minúsculos pero firmes y resistentes. Nuestro ser vuelve a asomarse entre esas nubes grises las cuales lo ocultaban, y nos sentimos vacíos, libres de tensiones y condicionamientos. Nuestro cuerpo rompe de nuevo sus límites y se fusiona con el universo, volviendo a formar parte del todo.

Buenas noches en On.

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